Aunque suene una
terrible historia de ficción esto realmente le sucedió a Joe Dispenza un neurocientífico, quiropráctico,
investigador, consultor corporativo, autor y educador estadounidense
nacido y criado en California. Luego del accidente, Joe Dispenza decidió ir en
contra de las recomendaciones de los médicos y curarse
usando el poder de su mente. Desde ese momento lleva años dedicado a
estudiar cómo los pensamientos tienen el poder de dar forma a nuestra
vida y cómo se pueden utilizar inteligentemente para
interrumpir la cadena de repeticiones con las que el cerebro parece sentirse
cómodo. Según sus propios dichos:
"Los pensamientos provocan reacciones químicas adictivas que conducen a buscar una y otra vez las mismas sensaciones y a adoptar los mismos comportamientos, incluso si nos hacen infelices"
A medida que centraba
mentalmente en visualizar el objetivo específico que deseaba,
intencionaba sus células para que empezarán areorganizarse. Durante su recuperación tomo decisiones importantes, como: lo que debía comer, las rutinas y actividades que más aportaran a su salud y bienestar.
Pero lo más valioso fue entrar en contacto con esta inteligencia que existía
dentro de él: usar la mente para curar su cuerpo.
Complementariamente, en otro lado del mundo, el científico japonés de Yokohama, llamado Masuru Emoto, comenzó a realizar diversas investigaciones con el agua, entendiendo la importancia de esta y como nuestra vida está ligada a este elemento, de hecho estamos hechos de un 70% de agua aproximadamente. Lo que lo llevo a plantearse la pregunta:
¿además de ser vital, tiene el agua otros tipos de influencia en el ser humano?
Después de un arduo proceso de investigación, afirmó que:
"La voz, los pensamientos y las emociones que le transmitimos al agua pueden alterar su estructura molecular y que los resultados se podían verificar comparando las más de diez mil fotografías tomadas con su microscopio electrónico"
Las moleculas y cristales de agua, tras haber estado expuestos a diferentes pensamiento y emociones intencionados por medio de palabras, positivas y negativas, le mostraron diferencias sustanciales y abrumadoras. Cuando se les hablaba con palabras de amor, se les transmitía cariño y se les reproducía la canción “Imagine” de John Lennon, las gotas brillaban en formas muy bonitas. En cambio, cuando las maltrataban con palabras de odio, con música disonante o discursos de Adolf Hitler, las gotas se apagaban, deformaban y tomaban formas amorfas y asimétricas.
Aquí algunos
ejemplos:
Estos resultados
fueron publicados en su libro «Los mensajes ocultos del agua»
(2003), que si bien, fue un éxito de ventas durante años e
influenció la mentalidad de un vasto público, también fue el hazme rreír de la
comunidad científica quienes no lograron concebir que una investigación
desacreditara tantos años de ciencia.
Más allá del método
científico, hace décadas, ya lo decía Nikola Tesla:
"Si quieres encontrar los
secretos del universo, piensa en términos de energía, frecuencia y vibración"
¿Estoy manteniendo pensamientos constructivos o destructivos?
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