Según la OMS se calcula que un 4% de la población mundial padece actualmente un trastorno de ansiedad (1). En 2019, 301 millones de personas en el mundo tenían un trastorno de ansiedad, lo que los convierte en los más comunes de todos los trastornos mentales.
Solo una de cada cuatro (27,6%), reciben algún tratamiento (2). Entre los obstáculos a la atención figuran la falta de concienciación de que el problema es una afección de salud que puede tratarse, la falta de inversión en servicios de salud mental, la falta de proveedores de atención de salud capacitados y el estigma social.
Ahora bien, todo el mundo puede sentir ansiedad alguna vez, pero las personas con trastornos de ansiedad suelen experimentar miedo y preocupación de manera intensa y excesiva. Estos sentimientos suelen ir acompañados de tensión física y otros síntomas conductuales y cognitivos. Son difíciles de controlar, causan una angustia importante y pueden durar mucho tiempo si no se tratan. Los trastornos de ansiedad interfieren en las actividades de la vida cotidiana y pueden deteriorar la vida familiar, social y escolar o laboral de una persona.
EL ORIGEN
Las reacciones
provocadas por la ansiedad tienen su inicio en los mecanismos cerebrales. El
cerebro de los seres humanos integra muy bien la información del pasado
(recuerdos) con la información del presente (situación) para anticipar y prever
el futuro (consecuencias).
La información del pasado o
recuerdos está formada por las experiencias vividas ligadas a las emociones y
sensaciones corporales que se sintieron en aquella situación. Recordar el pasado
hace revivir las emociones y sensaciones que se sintieron en aquel momento.
Así, unas partes del
cerebro almacenan la información recogida del exterior a través de los órganos
de los sentidos, mientras que otras aportan la información guardada relativa a
las emociones y sensaciones internas. Estas diversas partes del cerebro trabajan
y se activan de forma cooperativa. Cuando una situación del
presente se parece a algún recuerdo o experiencia anterior, fácilmente se
activan las mismas sensaciones y emociones asociadas. Y si esta
situación se parece al recuerdo de una situación que hizo sentir miedo en el
pasado, fácilmente la puede evocar también en el presente. Es decir, ¡se repite el patrón!
SÍNTOMAS Y TIPOLOGÍAS
Las personas con un trastorno de ansiedad pueden experimentar un miedo o una preocupación excesivos ante una situación específica (como por ejemplo una crisis de angustia o una situación social) o, en el caso del trastorno de ansiedad generalizada, ante una amplia gama de situaciones cotidianas. Por lo general, padecen estos síntomas durante un período prolongado, al menos varios meses, y tienden a evitar las situaciones que les generan ansiedad.
Otros síntomas de los trastornos de ansiedad son:
- Dificultad para concentrarse o tomar decisiones;
- Irritabilidad, tensión o inquietud;
- Náuseas o malestar abdominal;
- Palpitaciones;
- Sudoración, tiritones o temblores;
- Trastornos del sueño;
- Sensación de peligro inminente, pánico o de fatalidad.
CONSECUENCIAS
Además, la repetición de las respuestas de evitación pueden también afectar el funcionamiento habitual del día a día de la persona y disminuir su libertad y autonomía. Es cuando la ansiedad y el miedo se vuelven patológicas y conforman un trastorno.
Además, la frecuente activación de las
estructuras hormonales implicadas puede volverse perjudicial para el propio
cuerpo, ya que la presencia continua de glucocorticoides en sangre puede
afectar al resto de tejidos y vísceras del organismo y generar desórdenes físicos, molestias o dolor en diferentes
sistemas, así como también depresión o fatiga.
CUIDADOS Y ESTRATEGIAS
Entre las estrategias comunitarias eficaces para prevenir la ansiedad se encuentran la formación para los progenitores y los programas escolare y extraescolares para promover un aprendizaje social y emocional y para crear mecanismos de afrontamiento positivo en los niños, niñas, adolescentes y adultos. Los programas basados en el ejercicio físico también pueden ser eficaces para prevenir trastornos de ansiedad en los adultos.
El cuidado personal puede desempeñar un papel importante en el apoyo al tratamiento. Para ayudar a controlar los síntomas de ansiedad y promover el bienestar general se pueden seguir estos consejos:
- Comenzar un proceso terapéutico, individual o comunitario;
- Evitar o reducir el consumo de bebidas alcohólicas y drogas, ya que pueden empeorar la ansiedad;
- Hacer ejercicio a menudo, aunque solo sea dar un paseo;
- Seguir, en la medida de lo posible, unos hábitos alimenticios y de sueño regulares, y llevar una dieta sana;
- Aprender técnicas de relajación, como la respiración lenta y la relajación muscular progresiva;Desarrollar el hábito de la meditación de atención plena, aunque solo sean unos minutos al día.
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